"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá sea
igualmente vano esforzarse por comprender el pasado, si no se sabe nada del presente" M. Bloch

sábado, 12 de marzo de 2011

Algunos versos de León Felipe

Extraídos del libro-recopilatorio Nueva Antología Rota.
Dejo la pequeña biografía recogida en mi edición. Podéis encontrarla algo más extensa aquí:
La vida de León Felipe (1884-1968) da para una novela: farmacéutico de profesión, actor por devoción y poeta por convicción, abrió varias farmacias en España, administró hospitales en Guinea, viajó por América, fue agregado cultural del gobierno republicano en el exilio en México y profesor de literatura en varias universidades latinoamericanas. Durante la Guerra Civil desplegó una intensa labor internacional en defensa de la República. Tras la guerra se exilió en México con su mujer y allí pasó el resto de su vida. Murió el 18 de septiembre de 1968. Cabe añadir que perteneció a la Generación del 27.

Monumento al poeta zamorano en Tábara, su pueblo natal (wikipedia)


Pues bien, hoy quería -y quiero- compartir con vosotros algunos de sus versos, los que más me han llamado la atención en una tranquila hojeada que le he dado al librillo, mientras me tomaba un cortado en el  agradable barrio de Velluters, frente al parc de l'Hospital, en la algo alborotada Valencia, que ya huele a fallas.

Puede que uno de sus poemas más conocidos sea el que lleva por título "Hay dos Españas", escrito seguramente en el exilio centroamericano a principios de los cuarenta. Dice así:


Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fraticida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y ésta es la canción del poeta vagabundo:
Franco, tuya es la hacienda,
la casa
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por
el mundo...
Mas yo te dejo mudo... ¡mudo!
y ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

Otro más, bastante cierto aunque algo pesimista. Algunos días sin duda le daríamos toda la razón; otros destacaríamos luces de esperanza, excepciones a la regla. Lleva por título "¡Qué pena!", y puede que lo escribiera por los años veinte, en el mismo Madrid:

¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!

¡Qué pena si esta vida tuviera
-esta vida nuestra-
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos, los mismos poetas!

¡Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!

Y el último, el que más me ha gustado, señalado por una servilleta de las que agradecen nuestra visita al café, y que pudo ser escrito en Nueva York, allá por 1929. Lleva por título "Revolución":

Siempre habrá nieve altanera
que vista al monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

Es sencillamente genial este último, como a través de elementos de la naturaleza, nos describe las acciones del hombre, de tal manera que tal vez, de no conocer el nombre del poema, no entenderíamos el significado del mismo. Se lo dedicamos al pueblo libio, y a todos los hombres que, en pos de justicia y libertad, brillan como el sol.

Saludos

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