"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá sea
igualmente vano esforzarse por comprender el pasado, si no se sabe nada del presente" M. Bloch

lunes, 26 de septiembre de 2011

Carta de Max Planck a Heisenberg, sobre Hitler

La persecución que el régimen nazi ejerció sobre numerosos intelectuales -y especialmente hacia los judíos- es bastante conocida y no será tratada por nosotros en esta entrada. Sencillamente, traemos al Blog un pequeño intercambio epistolar que en esa coyuntura tuvo lugar entre los dos famosos físicos Max Planck y Werner Heisenberg, ambos galardonados con el Premio Nobel de Física (en 1918 y 1932, respectivamente).

Dice Heisenberg:

A principios del semestre de verano de 1933, cuando volví a mi Instituto de Leipzig, ya estaba en plena marcha el proceso de destrucción. Varios de los más aplicados alumnos de mi seminario habían abandonado Alemania y otros se disponían a huir (...), y entonces tuve yo que preguntarme si mi permanencia en Alemania podía tener todavía algún sentido. De esta época de torturante cavilar sobre lo que era o no oportuno hacer, se me han quedado grabadas dos conversaciones que después me han servido de mucho...

La segunda de estas conversaciones fue la que mantuvo con el veterano Planck, quien le contesta:

Me temo no poder darle ya ningún consejo. No tengo ya esperanza alguna de que pueda detenerse la catástrofe de Alemania, y con ella la de las universidades alemanas. Antes de que usted me refiera las ruinas de Leipzig, que seguramente son iguales a las de Berlín, deseo informarle primero sobre una conversación que mantuve hace unos días con Hitler.


Max Planck
(http://www.aip.org)


Había confiado yo en que podría ponerle en claro los enormes daños que a las universidades alemanas, y en particular a la investigación científica en nuestro país, podría causar la expulsión de los colegas judíos [bien conocido es el caso de Albert Einstein, quien partió a finales del 32 hacia EE.UU]; que tal manera de proceder no tendría sentido y sería profundamente inmoral, ya que la mayor parte de ellos son ciertamente hombres que se sienten totalmente alemanes y que en la última guerra [la Primera Guerra Mundial] expusieron, como todos, su vida por Alemania. Pero no he encontrado comprensión alguna por parte de Hitler, o, lo que es peor, no hay lenguaje con el que pueda uno entenderse con semejante hombre.

Hitler ha perdido, a mi parecer, todo contacto real con el mundo exterior. Lo que otro le dice, lo recibe, en el mejor de los casos, como un estorbo molesto, que inmediatamente domina con su voz, declamando machaconamente las mismas frases sobre la decadencia espiritual de los últimos catorce años, sobre la necesidad de poner dique a este desmoronamiento en el último minuto, etcétera.
Con esto se tiene la impresión fatal de que está convencido personalmente de semejante locura, y se le procura a su alrededor la posibilidad de esta fe mediante la exclusión violenta de todas las influencias externas; al estar poseído por un cuadro de ideas fijas, se hace inasequible a toda propuesta razonable y llevará a Alemania a una espantosa catástrofe.

Planck aconseja a Heisenberg que permanezca en su puesto, ya que de sus dimisiones sólo quedaría la ignorancia, el silencio o la burla. Como vemos, no iba muy desencaminado en sus augurios:

Usted sabe que no es posible influir en el curso del alud cuando éste se ha puesto en movimiento. Los destrozos que causará, las vidas humanas que aniquilará, son hechos que están determinados y decididos por las leyes de la naturaleza, aunque no los conozcamos de antemano.
En realidad, tampoco Hitler puede decidir el curso de los acontecimientos, porque él es, en gran medida, más un ser arrastrado por su locura que un impulsor. No puede saber si las fuerzas que ha desencadenado lo engrandecerán definitivamente o le aniquilarán miserablemente.

Interesante, ¿verdad?, el análisis que de Hitler hace el fundador de la teoría cuántica.
Heisenberg, por su parte, está relacionado con el proyecto de bomba atómica de los nazis durante la Segunda Guerra Mudial. Si queréis saber algo más sobre ésto, podéis empezar pinchando en su nombre (la primera vez que aparece en el texto de la entrada) para leer su biografía en Wikipedia*.

 Los textos han sido extraídos del nº19 de la colección 'Siglo XX. Historia Universal', de Historia16: "La paz virtual. Planes para después de una guerra". En concreto del artículo "A la caza del cerebro", de J. L. Peset y M. A. Sellés.

* Para no variar, los que dominen la lengua inglesa obtendrán más información dirigiéndose directamente a la versión anglosajona de la biografía, y en concreto al apartado World War Two y posteriores: http://en.wikipedia.org/wiki/Werner_Heisenberg#World_War_II

Saludos

1 comentario:

  1. Muy interesante. En aquellos años Plank era ya un anciano venerable, pero se ve que mantenía la mente lúcida. Muchos otros no supieron ver tan bien como él en 1933 qué tipo de personaje era Hitler.
    Un saludo.

    ResponderEliminar