"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá sea
igualmente vano esforzarse por comprender el pasado, si no se sabe nada del presente" M. Bloch

viernes, 23 de marzo de 2012

"Ardor guerrero", de Antonio Muñoz Molina

Novela-memoria del escritor Antonio Muñoz Molina, de su período de mili en realidad, que transcurrió entre 1979 y 1980 en San Sebastián. En ella, y en palabras de Justo Serna (Pasados ejemplares. Historia y narración en Antonio Muñoz Molina), el autor aprecia el desajuste que hay entre la grandilocuencia militar, entre la épica guerrera, y la estulticia, la mediocridad e incluso la crueldad de la tropa y sus mandos. Justo por eso llama la atención el título de la obra, "Ardor Guerrero", del Himno de Infantería. La patriótica letra es desmentida por la memoria militar a la que accede el lector. No hay bravura, no hay amor patrio, ni hay ansia guerrera; hay mezquindad, mediocridad, crueldad ordinaria para sobrevivir en un entorno sedentario de escribientes que se escaquean y de mandos que se aturden con alcoholes.
Quien lea la obra encontrará personajes entrañables, como el flojo y amigable brigada Peláez o el romántico y radical Pepe Rifón, pasando por los cabos chusqueros, los "bisa" de gorra capada, expertos en el escaqueo y  el consumo indetectado de alcohol y hachís, o los nerviosos nuevos reclutas (los "conejos"), que todavía destilan marcialidad y buenas maneras tras la intensa experiencia previa del campamento. Encontrará también un reflejo de la España de la época, del conflicto en el País Vasco, del miedo al golpismo militar, de los restos aun visibles de la dictadura, de la música del momento,  de lo que los cines proyectaban... en resumen, de todo cuanto Muñoz Molina recuerda -o quiere recordar- pasados quince años de los hechos.

http://laantiguabiblos.blogspot.com

De un tiempo a esta parte le he cogido gusto a subrayar, o incluso a comentar, los libros a medida que los leo. Así, puedo ahora localizar fácilmente alguno de los puntos que me llamaron más la atención, los que mejor definen la obra, y compartirlos aquí; seguro, eso sí, de no estar "espoileando" a nadie.
Sobre la opinión que la práctica de la milicia le merece a Antonio Muñoz Molina, por ejemplo, podemos encontrar "... otro rasgo del miedo militar, el miedo a ser el único en algo, a encontrarme solo entre los otros, que no tendrían la menor compasión hacia mí, porque en el Ejército una de las primeras cosas que uno perdía era la piedad" o "El punto máximo de aquella retórica era la eliminación de toda palabra articulada: se propendía, en las arengas, al grito afónico, y en las órdenes, al ladrido y la onomatopeya".
Quizá era su condición de intelectual, ya por entoces de izquierdas, la que le predisponía a sentirse a disgusto inserto en ese mundo castrense, y a buscar los momentos de soledad, como oxígeno necesario para no desfallecer ("Bastaba el olor, el roce civilizado del papel, la quietud de aquel lugar en el que no había casi nadie"); si bien reconoce que la mili le ayudó a salir de la pecera universitaria en la que hasta entonces se había movido: "Seis años en la universidad, dedicados a leer libros y a ver películas en cineclubes universitarios y a discutir sobre libros, películas y política con personas que hacían más o menos lo mismo que yo me habían influido mucho más de lo que yo estaba dispuesto a reconocer, segregándome de la vida común, o haciéndome creer que esa vida era la de los universitarios y los aspirantes a intelectuales de izquierdas con los que yo trataba".
Pero sin duda, las meditaciones más provechosas -desde el punto de vista histórico- son aquellas que se refieren directamente a la época, al ambiente quizá algo enrarecido de aquella España que se adentraba en los ochenta. Os dejo ejemplos: 
"...el aire rancio de las dependencias militares que la Constitución de 1978 ni siquiera había empezado a ventilar, igual que nadie había cambiado aún los escudos de las banderas, que seguían luciendo el águila negra del franquismo, ni descolgado los retratos de Franco".
"Todo podía quebrarse, lo mismo mi destino de oficinista que la democracia española".
Y al igual que se ha considerado que el siglo XX realmente comienza en 1914 con la gran guerra industrial, él considera superados nuestros setenta tras el golpe de Tejero: "Los ochenta sólo comenzaron cuando dejamos de ser rehenes de los golpistas y de los terroristas y cuando los héroes de la década anterior [entiendo que se refiere a las grandes personalidades de la izquierda] empezaron a perder sus resplandores heroicos como trámite previo a la pérdida de la vergüenza". Y es que cierta izquierda no escapa a su crítica, y en alguna ocasión nos dice Molina que le sabía mal su propia moderación, su posicionamiento quizá pequeñoburgués:  "Pero mi amigo Pepe no era entonces el único que cerraba los ojos: casi nadie en la izquierda sabía o intentaba saber, y los intelectuales más viajados y agasajados volvían de la Unión Soviética o de Cuba o de la Rumanía de Ceaucescu sin contar nada, sin haberse enterado en apariencia de nada".

En fin, una lectura recomendable para cualquiera, y más aún para aquellos que quieran bucear en el estado de ánimo de aquel período, nexo entre dos décadas, lleno de pintadas abertzales y cargas de antidisturbios, cargos militares asesinados a tiros en plena calle, de grupos de matones fascistas encapuchados y de jóvenes comunistas admiradores de Stalin; o para aquellos que quieran recordar en cierta medida su propia mili comparándola con la del relato de  Muñoz Molina; o para aquellos, por último, que nunca la hicimos y queramos saber de qué manera se disfrutaba y se sufría, en espera de la anhelada "blanca".

Saludos

domingo, 4 de marzo de 2012

Breve resumen de la crisis financiera global

Transcribo para el blog un extracto del libro "Neoliberalismo. Una breve introducción" de Manfred B. Steger y Ravi K. Roy (Alianza Editorial), que estoy leyendo para la realización de un trabajo. Es un complemento perfecto al visionado del documental de Charles Ferguson 'Inside Job' (podéis visualizarlo aquí), para tratar de entender las causas de la actual crisis del sistema.
El libro en cuestión es muy recomendable, con alrededor de 200 páginas de lectura sencilla pero esclarecedora, y podéis encontrarlo en edición de bolsillo, más económica. Como dice el título, su función es de introducción, pues el número de páginas no permite una densidad mayor. No obstante, y en mi opinión, toca todas las teclas que se tienen que tocar, y junto con la lectura de "Algo va mal" del historiador Tony Judt, que ahonda más en los antecedentes históricos, resulta muy aconsejable para quien quiera comprender las causas y orígenes de la actual coyuntura, sin ahogarse en números, cifras y estadísticas, y con un estilo ameno y sencillo.
Hecha la publicidad, allá va el texto. No transcribo el cien por cien, y el subrayado es mío.

desde melibro.com



Durante los años 80 y 90 el mercado de hipotecas estadounidense se vio espoleado, porque consecutivamente hubo tres gobiernos neoliberales que elevaron los límites de los préstamos que podían solicitarse y redujeron los requisitos para hacerlo. Desde que Reagan subió al poder, la Administración americana alentó la desregulación de la industria de servicios financieros. Probablemente la propuesta más relevante en este aspecto fue la liquidación de la Ley Glass-Steagall, firmada por el presidente Roosevelt en 1933 para impedir que los bancos comerciales intervinieran en la actividad inversora de Wall Street. Después de todo, la crisis del 1929 y la Gran Depresión que vino tras ella habían demostrado de manera palpable el peligro que entrañaba permitir que las sociedades de ahorro y préstamo se involucraran en el frenesí especulativo de Wall Street, sin terminar en la bancarrota, como muchas entidades de entonces, y sin que los clientes perdieran sus activos.

En la primavera de 1987 el Tribunal de la Reserva Federal votó a favor de que se relajaran algunas de las regulaciones contenidas en la Glass-Steagall, argumentando que desde los oscuros días de la Gran Depresión ya se habían instaurado tres controles muy serios sobre la especulación corporativa, los cuales eran más que suficientes para garantizar que no se produciría otra crisis económica a gran escala:
1) La comisión de Valores y Cambio;
2) el alto nivel de sofisticación de la mayoría de las inversiones;
3) las agencias independientes de Asesoría Crediticia, como Moody's Investors Services, que hacían llegar información fiable a los inversores.

A principios de los 90 los grandes bancos comerciales, como J.P.Morgan, Citicorp o Chase Manhattan, tenían autorización de la Reserva Federal para suscribir títulos de valores. En 1996, el Alto Tribunal de la Reserva, bajo presidencia de Alan Greenspan, dio instrucciones para que las compañías bancarias pudieran poseer como afiliados bancos de inversión que tuvieran hasta el 25% de sus negocios en acciones. En 1999 el Congreso votó a favor de que se anulara la Ley Glass-Steagall; el presidente Clinton firmó las órdenes por las que se eliminaban las restricciones que impedían a los bancos comerciales poseer bancos de inversión.
Esta serie de desregulaciones neoliberales trajo consigo una oleada de fusiones que derivaron en inmensos conglomerados de servicios financieros, que deseaban con avidez iniciar actividades bursátiles en áreas que no tenían necesariamente que ver con su negocio. Los derivados, los futuros financieros, las permutas de moras crediticias y otros instrumentos relacionados (...)
Protegidos por la política monetarista del presidente Greenspan, que mantenía bajas tasas de interés y alentaba el crédito, los bancos de inversión ampliaron sus mercados de capital comprando arriesgados créditos subprime a los agentes hipotecarios, que ante el señuelo de las comisiones estaban aceptando hipotecas inmobiliarias con una entrada reducida o nula y sin verificación del crédito. Estos productos, cada vez más extendidos en Estados Unidos, eran hipotecas de interés variable, sometidas a las fluctuaciones de las tasas de interés a corto plazo. Los bancos de inversión no dejaron escapar estos préstamos de alto riesgo, sabiendo que podían revender dichos activos -con sus correspondiente riesgo- incluyéndolos en paquetes de valores compuestos que ya no estaban sometidos a regulación gubernamental. De hecho, uno de los más complejos instrumentos financieros innovadores, las llamadas "obligaciones de deuda colateralizadas", solían ocultar los préstamos conflictivos escondiéndolos entre activos de menor riesgo para revendérselos a inversores inexpertos.
Pero si la garantía era tan baja, ¿por qué seguían invirtiendo las personas y las instituciones en estos valores respaldados por hipotecas? Podemos pensar en tres razones fundamentales. Primero, como se ha dicho, los esotéricos paquetes de valores solían ocultar el nivel de riesgo implicado y los inversores no comprendían la complejidad de los nuevos fondos de inversión. Segundo, los inversores confiaban en la excelente reputación de unos gigantes financieros de la talla del Bank of America o Citicorp. Tercero, se creían el contenido de los informes de calificación positiva que emitían Standard and Poor's o Moody's, sin darse cuenta de que estas empresas estaban también involucradas en la creciente burbuja especulativa. Para maximizar sus beneficios estos gigantes de la calificación bancaria tenían un interés bastardo en que crecieran los mercados de valores y por eso pintaban los intereses inherentes con un tono exageradamente optimista.

Los altos rendimientos que se obtenían de estos nuevos fondos de valores atrajeron cada vez más a inversores de todo el mundo. Pronto se llegó a manejar un billón de dólares en lo que dieron en llamarse "activos tóxicos". A mediados de 2007, la apisonadora financiera se quedó sin fuelle, en el momento en que el precio de las propiedades americanas, muy sobrevaloradas, empezó a caer, y las ejecuciones de hipotécas se dispararon. Los inversores se dieron cuenta de los graves riesgos que escondía el mercado de valores y retiraron su confianza. En consecuencia, el valor de los fondos de hipotecas se desmoronó y los bancos intentaron desesperadamente, aunque en vano, eliminar de alguna manera las deudas que aparecían en sus balances.
Algunas de las instituciones financieras más importantes y reverenciadas, aseguradoras y entidades suscriptoras de préstamos hipotecarios avaladas por el Estado, como Lehman Brothers, Bear Stearns, Merrill Lynch, Goldman Sachs, AIG, Citicorp, J.P.Morgan Chase, Indy Mac Bank, Morgan Stanley, Fannie Mae y Freddie Mac, por mencionar algunas, o bien se declararon en bancarrota o tuvieron que ser rescatadas por lo que ha sido el más espectacular giro hacia la "nacionalización" que jamás se halla visto en América desde la Gran Depresión. Para mayor ironía, el gobierno de Bush apoyó la compra de hasta 700 000 millones de dólares en títulos de hipotecas embargadas, a cambio de tener participación en el negocio. Gran Bretaña y la mayoría de los demás países industrializados hicieron lo mismo, y apoyaron la concesión de rescates de miles de millones, confiados en que inyectando semejantes cantidades de dinero a los convalecientes mercados financieros apuntalarían unas instituciones "demasiado importantes como para dejar que se derrumben". Pero los generosos paquetes de rescate lo único que consiguieron fue permitir que los fuertes conglomerados financieros gastaran aun más dinero, sin tener que declararse en bancarrota. El coste que han pagado los contribuyentes de todo el mundo es verdaderamente abrumador: las generaciones futuras tendrán que reponer los billones de dólares que se han utilizado para financiar estos programas de rescate.
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Con todo, una de las principales consecuencias del fracasado sistema económico fue que al intentar reconstruir su capital base, los bancos apenas podían seguir concediendo altas sumas de dinero en préstamos. El flujo crediticio quedó reducido a un suave goteo y las empresas e individuos que confiaban en estos préstamos encontraron mucha dificultad para obtenerlos. Esta reducción de crédito afectó a la rentabilidad de muchos negocios, que se vieron forzados a reducir la producción y a despedir trabajadores. La tasa de desempleo se disparó, al tiempo que los mercados mundiales de valores caían estrepitosamente (...)

Una tras otra, las economías de todos los países del mundo se sumían en la recesión. Las predicciones del Banco Mundial para marzo de 2009 indicaban que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial tanto la economía global como el volumen de comercio internacional se retraerían. El informe también destacaba que el golpe sería particularmente duro para los países en desarrollo (...). La crisis "financiera" global se había convertido en una crisis "económica" global.

Y a continuación, una interesante tabla comparativa:
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Así son las cosas, y así nos las cuentan algunos.

Saludos

jueves, 1 de marzo de 2012

Einstein, sobre la buena educación

Palabras del archiconocido científico Albert Einstein. Profesores presentes y futuros, presten atención.

EDUCACIÓN Y PENSAMIENTO INDEPENDIENTE

Del New York Times, 5 de octubre de 1952

No basta con enseñar a un hombre una especialidad. Aunque esto pueda convertirle en una especie de máquina útil, no tendrá una personalidad armoniosamente desarrollada. Es esencial que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno. De otro modo, con la especialización de sus conocimientos más parecerá un perro bien adiestrado que una persona armoniosamente desarrollada. Debe aprender a comprender las motivaciones de los seres humanos, sus ilusiones y sus sufrimientos, para lograr una relación adecuada con su prójimo y con la comunidad.
Estas cosas preciosas se transmiten a las generaciones más jóvenes mediante el contacto personal con los que enseñan, no (o al menos no básicamente) a través de libros de texto. Es esto lo que constituye y conserva básicamente la cultura. Es en esto en lo que pienso cuando recomiendo "el arte y las letras" como disciplinas importantes y no sólo el árido y estéril conocimiento especializado en los campos de la historia y de la filosofía.
La insistencia exagerada en el sistema competitivo y la especialización prematura en base a la utilidad inmediata matan el espíritu en que se basa toda vida cultural, incluido el conocimiento especializado.
Es también vital para una educación fecunda que se desarrolle en el joven una capacidad de pensamiento crítico independiente, desarrollo que corre graves riesgos si se lo sobrecarga con muchas y variadas disciplinas. Este exceso conduce inevitablemente a la superficialidad. La enseñanza debería ser de tal naturaleza que lo que se ofreciese se recibiera como un don valioso y no como un penoso deber.
http://yobeauty.files.wordpress.com


Y aquí un fragmento que me ha llamado especialmente la atención, de un discurso pronunciado en Albany, New York State, en la celebración del tricentenario del inicio de la enseñanza superior en Estados Unidos, el 15 de octubre de 1936. Publicado en Out of My Later Years (Nueva York. Philosophical Library, 1950):

(...) hemos de prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el éxito, en el sentido habitual, como objetivo de la vida. Pues el hombre que triunfa es el que recibe mucho de sus semejantes, normalmente muchísimo más de lo que corresponde al servicio que les presta. El valor de un hombre debería juzgarse en función de lo que da y no de lo que es capaz de recibir.


 Fuente de los textos:
El libro "Albert Einstein. Mis ideas y opiniones". Colección Los libros que cambiaron el mundo. Prisa Innova S.L., Madrid (2009)

Saludos