Os acerco esta vez un tema de gran trascendencia política, diplomática y geoestratégica, además de causante de tragedias humanas dificilmente calculables y que no trataremos aquí.
Así que, en varias entregas, hablaré de estas tres conferencias que los...¿tres? Grandes mantuvieron.
Las fuentes aparecerán al final, cómo no. Allá vamos...
(desde http://www.1y2gm.com/historia-general-f20/las-tres-conferencias-teheran-yalta-postdam-t3024.htm#25846)
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Sir Winston Churchill escribía, en 1942, a propósito de ciertas pretensiones soviéticas: No se puede establecer un trazado de fronteras antes de la conferencia de paz... Sé que el presidente Roosevelt es tan categórico como yo en lo que se refiere a este tema.
Hablar de conferencia de paz significaba establer cierto paralelismo entre la Segunda y la Primera Guerra Mundial y creer que, cuando llegase el triunfo aliado -del que no dudaban- habría algo similar a la Conferencia de Versalles. Churchill olvidaba las críticas a Versalles y a la Sociedad de Naciones, como la que sobre la segunda aseveraba: La excesiva democracia de la SDN ha sumido a ésta en una falta de efectividad que ha sido el principio de su fin.. De hecho, el Tratado de Paz con Alemania nunca se firmó.
La Gran Conferencia de la Paz, el rito que debiera haber puesto fin a la guerra, fue sustituida por una serie de conferencias parciales, fijadas y celebradas sin tener aparentemente en cuenta el desarrollo de las operaciones bélicas. No estarían en estas conferencias los representantes de todos los países que combatían en el bando presumiblemente vencedor, sino solamente los que se autodenominaban -sin dejar por ello de serlo- Grandes.
Churchill tuvo la primera prueba de que se estaba jugando a una política de hechos consumados en Teherán (capital iraní), durante la reunión que mantuvieron el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, el soviético Iosif Stalin y el propio premier británico. Se trataba en resumen de dialogar sobre el modo de conseguir la victoria más rápidamente.
TEHERÁN
El lugar elegido para esta conferencia no parecía ni con mucho el más adecuado. Teherán había sido cuartel general del espionaje alemán y no se tenía la seguridad de que éste hubiera sido completamente exterminado. Vyacheslav Molotov afirmó, incluso, que se había descubierto una conjura para asesinar a uno de los Tres Grandes durante su permanencia en la capital persa (ver más aquí). Stalin no obstante se mostró inflexible. No quería alejarse mucho de Moscú y había fijado como límite para la reunión cualquier punto desde el cual pudiese volver en veinticuatro horas a la capital soviética.
Otro asunto era la parálisis de Roosevelt, cuando la embajada soviética y la estadounidense estaban muy distantes entre sí. La británica y la soviética en cambio estaban cercanas. Stalin propuso y consiguió que el presidente de los USA fuese su huésped. Se consumaba así el acercamiento entre los representantes de la URSS y Estados Unidos y el distanciamiento de ambos respecto a Winston Churchill, quien no era tan ciego como para no darse cuenta de lo que ésto significaba. Así, escribió Raymond Cartier: Los Tres Grandes eran iguales sólo de cara al protocolo... Churchill, que no era querido, fue tratado como una entidad secundaria... Incluso sufrió un desplante por parte de Roosevelt cuando invitó a éste a cenas "a dos". Roosevelt le respondió que no quería dar a Stalin la impresión de que ingleses y americanos estaban de acuerdo contra él. Pero luego, todos los días, el presidente y Stalin tenían conversaciones de las que era excluído Churchill. Sobre todo cuando se hospedaban juntos.
No hubo en Teherán una metodología de trabajo. Sería ésto característico en las reuniones de los Grandes, pero nunca de manera tan clara como aquí. El presidente norteamericano se jactaba de que aquello fuese un comadreo político y perscindió por completo del consejo de los setenta y siete asesores que le acompañaban. Stalin no hizo comentario alguno sobre la evidente desorganización. Él mismo la provocaba, convencido de que le era más interesante sondear a sus aliados que comprometerse con ellos. La simplicidad de algunos momentos nos impresionaría hoy conociendo las consecuencias de todo ello, como cuando Churchill manejaba tres cerillas para explicar al dictador soviético la configuración de la frontera polaca de posguerra.
Los Tres Grandes en Teherán (http://www.historyplace.com)
Mas era Alemania, por encima de todo, la que había convocado a la negociación a los tres grandes. Introducida la materia, se manifestó la única unanimidad de la Conferencia: el exterminio de los alemanes.
Aunque Anthony Eden, desde su posición de segundo en la delegación británica, quiso hacer un distingo -sería ridículo identificar la pandilla de Hitler con el pueblo alemán, con el Estado alemán. La historia demuestra que los Hitler vienen y pasan, mientras que el pueblo, el Estado alemán, permanece-, su voz no fue escuchada.
Si acaso, Churchill y Roosevelt parecían admitir grados de culpabilidad. El premier creía que Prusia debía ser tratada con mucha más dureza. El norteamericano propuso el plan de la división de Alemania, según este esquema:
Cinco regiones autónomas: Prusia; Hannover y el noroeste; Sajonia y la región de Leipzig; Hesse-Darmstadt, Hesse-Kassel y la zona sur del Rin, y Bavierra y Baden-Würtenberg. Dos territorios bajo tutela de las Naciones Unidas: Kiel, su canal y Hamburgo, y el Sarre y el Ruhr. (esta división tenía consideraciones de orden industrial)
Stalin zanjó la cuestión: los alemanes son todos iguales. A lo que se adhirió sin muchas consideraciones Roosevelt, añadiendo que, tarde o temprano, volverían a unirse.
La unidad a la que nos hemos referido en el exterminio (entiéndase no como un exterminio físico de la población, sino como un finiquitar el Estado alemán, acabar con la posibilidad de un resurgimiento germano) llevó al dictador soviétivo a un exceso verbal que molestó a Churchill y se liquidó con un chiste de dudosa gracia -permítaseme incluir la anécdota.
Stalin, en uno de los numerosos brindis con vodka, levantó su copa por el fusilamiento de 50 000 oficiales alemanes. Churchill califico aquello de indignidad. Y Roosevelt intentó salir del paso diciendo: ¡Bueno! ¡Brindemos sólo por la muerte de 49 500!.
También -no hay que olvidar- se suscitó el tema de la Operación Overlord.
En el comunicado oficial de la Conferencia de Teherán se decía:
La Conferencia:
1. Ha acordado que los guerrilleros de Yugoslavia deben ser apoyados con suministros y equipo en la mayor extensión posible, así como con operaciones de comandos.
2. Ha acordado que, desde el punto de vista militar, es deseable que Turquía entre en la guerra al lado de los aliados antes de fin de año (sobre este punto siempre incidiría Churchill, finalmente sin éxito).
3. Ha tomado nota de la afirmación del mariscal Stalin de que si Turquía entra en guerra con Alemanya y, como consecuencia, Bulgaria declarase la guerra a Turquía o la atacara, los soviets inmediatamente declararían la guerra a Bulgaria. La Conferencia ha tomado, asimismo, nota de que este hecho debería ser explícitamente declarado en las inminentes negociaciones para hacer entrar a Turquía en la guerra.
4. Ha tomado nota de que la Operación Overlord sería desencadenada durante el mes de mayo de 1944 conjuntamente con una operación contra el sur de Francia. Esta última operación serà emprendida con el máximo potencial que permita la disponibilidad de lanchas de desembarco (¡cuánto tocará Churchill también el tema de las lanchas en sus Memorias!). La Conferencia ha tomado, asimismo,nota de la afirmación del mariscal Stalin de que las fuerzas soviéticas desencadenarían una ofensiva aproximadamente en el mismo momento,con el fin de impedir que las fuerzas alemanas puedan trasladarse del frente oriental al occidental.
5. Ha acordado que los Estados Mayores militares de las tres potencias se mantengan en estrecho contacto en lo sucesivo, con miras a las inminentes operaciones en Europa. Se ha acordado particularmente que los Estados Mayores interesados concierten un plan de cobertura destinado a desconcertar y engañar al enemigo por lo que respecta a las expresadas operaciones.
En un anexo separado se hacía constar el agradecimiento de los reunidos al país que les había hospedado. Se esbozaba un plan de ayuda a los iraníes en el doble plano económico y militar, por si los alemanes decidiesen tomar represalias por haber albergado a los Tres Grandes.
Roosevelt abandonó Teherán convencido de haber conquistado por siempre al líder georgiano. Creía a pies juntillas en el último de los brindis de Stalin: Ahora es seguro que nuestros pueblos actuarán juntos y amigablemente, no sólo en la hora actual, sino también después de la guerra.
La segunda conferencia de los Tres Grandes se celebró en febrero de 1945, en la península de Crimea, del mar Negro, territorio de la URSS.
Continúa...
Saludos
Muchísimas gracias, me ha ayudado para mi examen.
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